La estatua con la que los Philadelphia 76ers honraron a Allen Iverson

Los Philadelphia 76ers honraron a uno de los máximos ídolos de la NBA. El legendario Allen Iverson fue homenajeado con una estatua por los Sixers, la franquicia en donde inició su carrera y dónde se convirtió en uno de los íconos más queridos de la liga. La estatua permancerá junto con las de otros históricos de Philadelphia como Charles Barkley, Julius Eving y Moses Malone.

Iverson jugó en Filadelfia casi 11 años, desde la campaña 1996-97 hasta la temporada 2006-07, cuando fue traspasado a los Denver Nuggets. Regresó a su "casa" para jugar algunos partidos más en la temporada 2009-10, tras lo cual decidió jugar en el extranjero, en Turquía, antes de retirarse.

Allen fue quizás el jugador más emocionante de ver en su día. En una liga llena de talentos increíbles como Shaquille O'Neal. Kobe Bryant y Tracy McGrady, por nombrar algunos, Iverson destacaba claramente. Era un anotador implacable que no temía ser golpeado cuando atacaba el aro. Con 6-0 y 165 libras, Allen Iverson era intrépido, jugaba con el corazón en cada posesión a pesar de ser uno de los jugadores más pequeños y delgados de la época.

Era rápido como el rayo y tenía casi todos los movimientos en su repertorio. La mayoría de los aficionados al baloncesto recuerdan sus crossovers asesinos y sus espectaculares bandejas desafiando la gravedad.

AI alcanzó su punto álgido en la temporada 2000-01 de la NBA. Ese año, "The Answer" ganó el MVP y llevó a los Sixers hasta las Finales, en las que se enfrentaron a los poderosos Lakers de Kobe & Shaq, que por aquel entonces eran los vigentes campeones y no habían perdido un partido durante esos playoffs. Iverson anotó 48 puntos en el Staples Center para robar el primer partido de las Finales, pero los Sixers no tuvieron forma de parar a Shaq y LA acabó llevándose la serie.

A pesar de tener una carrera vertiginosa, con algunas rencillas recordadas con su antiguo entrenador, Larry Brown, Iverson es considerado hoy como el mejor jugador de baloncesto, libra por libra. Su controvertido estilo y su genuina personalidad le convirtieron en la figura que es, pasando ahora a la inmortalidad en Filadelfia con la inauguración de su estatua.